Palermo, Buenos Aires. 17:50 hs.
Noche de invierno. Prácticamente sin un centavo en los bolsillos, Manu Quesney patea las piedras de la calle Cabrera. Aunque parezca inverosímil, en el siglo XXI quedan calles empedradas, preservando las huellas del barrio. Nuestro amigo se dirige al cajero de un banco para poder proveer de alimentos a su departamento, el cual escasea de cualquier producto comestible. Sabe que fue un fin de semana “movido” y que no contó con el tiempo necesario para hacer las compras.
El viento sopla, los árboles crujen y el sol se ocultó temprano. Luego de obtener el dinero necesario, logra divisar a lo lejos el supermercado de la cadena China gracias al reflector situado en su puerta. El resto de la calle permanece muy oscura y poco transitada.
Para Manu, fue uno de esos días laborales llenos de tareas operativas, repetitivas, que lo dejaron extenuado y sin mucha satisfacción, pero sabía que había cumplido con sus tareas. Ese cansancio que cargaba hizo que no estuviera atento a su entorno, de hecho pasaron a sus costados dos personas que solamente alcanzó a divisar sus sombras. De todas maneras se alteró ya que empezaron a correr y emboscaron a una anciana a la salida del supermercado.
Los gritos de la señora y una campana de iglesia que sonó de fondo, hicieron despertar de su letargo a Quesney. Las pupilas se le dilataron, apretó los puños y gritó con todas sus fuerzas:“Déjenla en paz!!!”. Acto seguido se preguntó a sí mismo: Qué hice!!!????, resulta que se le estaban viniendo los dos tipos encima!!!.
Manu miró rápidamente a ambos lados de la calle para ver si podía conseguir ayuda, pero no encontró a nadie. Solamente faltaban los fardos de paja de las películas del viejo oeste volando por el aire. La situación se volvió en cámara lenta y en un instante dedujo que si ellos eran dos, y él estaba solo, no le quedaba otra que correr por ser minoría. Entonces dió media vuelta y salió corriendo a máxima velocidad.
Cuando hizo media cuadra, miró hacia atrás y vió a los dos ladrones que venían persiguiendo con mucha furia en sus caras. A este ritmo lo iban a alcanzar!!!.
En ese momento, Quesney pensó: Sigo corriendo o los enfrento???.
Continuará...