Luego de un día lluvioso, se presentó en el teatro Colón la Orquesta West - Eastern Divan (www.west-eastern-divan.org). Aclamada internacionalmente desde hace más de 15 años, destaca la unión de músicos Israelíes, Palestinos y de otros países Árabes como simbolismo y realidad. Simbólicamente muestran el camino hacia una solución pacífica del conflicto Israelí-Palestino. Realidad, porque en conjunto hacen un trabajo formidable, el sonido es sublime.
Nota aparte merecen el director y fundador de la Orquesta, Daniel Barenboim, y la pianista miembro honorario, Martha Argerich, quienes le dan un carácter genial y bohemio al sentido de la música académica expuesta. Los prodigios musicales nos deleitaron con obras de L. V. Beethoven [Concierto para piano y orquesta No. 2 en Si bemol mayor, OP. 19] y de P. I. Chaikovski [Sinfonía No. 4 en Fa menor, OP. 36].
Es apropiado mencionar que junto a Daniel Barenboim, la Orquesta fue fundada también por el filósofo Palestino Edward Said. El nombre proviene de la colección de poemas de Goethe llamada "Diván de Occidente y de Oriente" y se sustenta gracias a los ingresos percibidos en sus giras y de aportes de empresas y de particulares. Permitiendo así, becar a sus músicos y desarrollar talleres.
En particular, me dejé llevar por la música, encontrando un significado literario a cada uno de los compases del concierto, pero especialmente me llamó la atención la velocidad en las manos de Martha Argerich.