Hagamos un ejercicio teórico de equilibrio general. Separemos las ventas totales de autos en aquellos para el consumo masivo y en los que son utilizados para el transporte. Y supongamos que ambos son sustitutos, es decir, si aumentan las ventas de autos para el transporte, se reducirá el uso de los particulares.
Los autos necesitan si o si combustible, aunque su costo financiero, no termina allí, ya que deben pagar seguros y patentes, además de mantenimiento. Pero supongamos que ambos conjuntos lo hacen por igual esto último. Y la única diferencia radica en el combustible, ya que el precio de venta pudo haber alcanzado sus máximos históricos. En la nafta para los particulares y el diésel para los de transporte.
Ahora sígame con el razonamiento. Si las ventas de autos particulares son mayores a las de transporte, y la nafta aumenta en un porcentaje mayor al diésel, entonces se castiga las ventas de autos particulares contra las de transporte. Siendo el precio del combustible el determinante diferencial. El resultado final sería la caída de las ventas totales interanualmente, porque los particulares compran masivamente vs. los del sector de transporte. Algo que se vió reflejado en el 2014, seguramente a raíz de los aumentos de los combustibles del 2012 y 2013.
Conceptualmente,