Supongamos el caso, que es bastante real, donde los comunicadores quieren decir algo y el receptor o los receptores entienden, a) erróneamente el mensaje y piensan que es lo verdadero, b) captan lo que quieren captar del mensaje, sacando de contexto un significado subjetivo, y lo toman como lo verdaderamente transmitido. El problema radica si el receptor transmite lo que piensa como verdadero hacia un tercero, y este le cree y lo retransmite.
Como dije en un artículo anterior (http://elelefanteeconomico.blogspot.com.ar/2016/04/un-diario-que-diga-la-mentira.html), esto puede derivar en burbujas sociales, donde la mentira se haga pasar por verdad, suponiendo que el mensaje inicial era verdadero, generándose una bola de aire y rumores sobre un tema. La diferencia es que el problema no surge del emisor, sino del receptor por entender mal. Si se toman acciones físicas y económicas sobre la información errónea del mensaje inicial, y si un receptor duda y contrasta con la realidad, entonces todas las acciones tomadas se contrarrestarían con acciones opuestas. Si esto sucede colectivamente, puede generarse un problema mayor.
Se me ocurren ejemplos con la bolsa de valores (rumores empresariales), el transporte (informe del tránsito) y la salud (el estado de unos medicamentos).