Miro al cielo y lo veo celeste y blanco, con unas chispas de luz iluminando un espectáculo que pocas veces me detengo a observar.
Se me viene a la mente y al corazón mi querida Luciana (1990 D.C.), primero. Con sus ojos de obra de arte, de cielo.
Luego pienso que deberían haber más políticos filósofos, como pensaba Platón (427 A.C.). Porque el mundo de las ideas que imaginó se lo relaciona con el cielo, la altura.
El cielo santo, santo como San Ignacio de Loyola (1491 D.C.), quien destacaba como virtud de liderazgo el ejemplo, predicar con el ejemplo.
El ejemplo, tan pisoteado por los líderes que obtienen autoridad. Situación que deja en claro Bartolomé Mitre (1821 D.C.) cuando dijo: "Déspota, como lo he dicho y demostrado antes, es todo aquel que no tiene ley que le dé norma, entidad que le sirva de contrapeso, o poder ante el cual sea real y positivamente responsable de sus acciones".
La ley, código o norma que crean quienes tienen autoridad, si es para el bien de todos entonces tiene que ser respetada por todos, también por los que la crearon y tienen autoridad. Ese es el ejemplo que buscamos.