La Ilíada relata la historia detrás de una guerra, que principalmente tiene
su causa en un conflicto amoroso; la pelea por la mano de Helena, entre
Menelao, su esposo y hermano del rey Agamenón de Micenas, y París, hijo de
Príamo Rey de Troya. La seducción de París, llevando a Helena hacia Troya
desencadenó que los Aqueos aunaran fuerzas para combatir la ciudad de Troya y
recuperar a la hermosa Helena del engaño de Paris.
Luego de arduas peleas y la muerte de diversos héroes, la victoria quedaría
en manos de los Aqueos; definiéndose sobre todo por la inteligencia en el uso
de un caballo de madera, y volviendo entonces Helena a las manos de Menelao.
Relaciono la Ilíada, desde la postura de los Aqueos, con la obtención de un
resultado positivo, con una empresa con un buen fin. En este caso, el de
recuperar a la persona amada en manos de un embustero. Pero también puede ser que la
búsqueda de un bien en el día a día tenga su correlato con la guerra de
Troya, hacer el bien genera conflicto, hace ruido. El cuento de Cortázar “instrucciones
para dar cuerda al reloj”, sirve de ejemplo de que es lo que se requiere en
esta etapa. Dice que es importante reconocer que “al fondo está la muerte”,
pero para vencerla se tiene que empezar por el principio “sujete el reloj con
una mano”, es la única forma, no quemando etapas.
Por otro lado, se encuentra la Odisea. Y este es el trayecto que frecuentemente
nuestra miopía no nos deja ver; que una vez alcanzado el objetivo (vencer en
Troya) con sus laureles, se tiene que volver a casa. Como le pasó a
Odiseo, las batallas que se presentan en el camino de
vuelta no son nada fáciles. En la segunda etapa se apelará principalmente a la astucia o inteligencia, y no tanto
a la fortaleza física como en la Ilíada.
Por todo esto, como relata el mito griego, es importante conservar energía para la vuelta. Volviendo a Cortázar, recuerdo Casa Tomada, donde las puertas de
la casa se iban cerrando una a una, hasta que el protagonista quedaba afuera.
Las pruebas de retorno a casa junto a la damisela de la isla de Ítaca, la
reina, pueden ser situaciones donde nos vayamos quedando afuera; pero formando un
camino que, con la entrada y salida de “las casas”, finalmente desemboque en el regazo de la
reina Penélope.