Si bien las elecciones fijan puntos de apoyo para la renovación de
legitimidad de parte del electorado para los gobernantes, es la gestión y el análisis
de las situaciones económicas las que hacen ganar las elecciones. Al elegir, el
votante principalmente observa la situación económica propia y de su comunidad.
Observando la historia, los casos extremos de crisis económicas
catapultaron a los gobernantes fuera de sus sillones de poder. Se han repetido
casos de revoluciones y cambios de gobiernos por motivos económicos. La
revolución francesa (aumento de impuestos en un contexto poco próspero),
norteamericana (impuestos injustos) y sudamericana (monopolio vs. librecambio), pueden citarse como ejemplos límites.
Según pensadores económicos de los últimos años, Acemoglu – Robinson, “Why
the Nations Fails”, por ejemplo, son las normativas y las políticas públicas, o
mejor dicho, la gestión de los gobernantes, parte de los parámetros profundos
del desarrollo económico. Son estas, a su vez, las que hacen manifestar efectos sociales
generalizados, como puede ser un cambio de signo en unas elecciones.
Por lo tanto, la comunicación de las políticas públicas y nuevas
normativas, al igual que, el escuchar “lo que dice la gente” en diversos planos
(barrial, medios de comunicación, provincial y regional, etc.), como primer
indicador, son parte del carácter del buen gobernante.
Saber escuchar la verdad en el discurso ajeno, tener receptividad, pero por
sobre todas las cosas capacidad de reacción; que consta de contrastación
empírica de los dichos y establecimiento de políticas. Hoy en día, desde el
punto de vista propio, la falta de gradualismo, la reactivación reduciendo la
inflación y la política monetaria son los grandes interrogantes.
Esperemos que nuestros gobernantes escuchen siempre
las dificultades de la gente y puedan encontrar la salida a los problemas
estructurales y cotidianos.-